Analfabetismo mediático: una amenaza silenciosa para la democracia

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6 agosto 2025
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Mario Montaner Bastías

Chile erradicó oficialmente el analfabetismo hacia fines del siglo XX. En los años 70 más del 10% de la población adulta no sabía leer ni escribir. Hoy, esa cifra no supera el 3%. Esta mejora trajo múltiples beneficios sociales, como más participación ciudadana, mejor acceso al conocimiento. Saber leer y escribir se transformó en una llave de acceso a la ciudadanía plena.

Sin embargo, en el siglo XXI ha surgido una nueva forma de analfabetismo, más difícil de detectar, pero igual de peligrosa. Muchas personas no logran distinguir lo verdadero de lo falso en entornos digitales. En época de posverdad, la intoxicación informativa y el aislamiento en burbujas ideológicas, las redes sociales se han convertido en espacios donde la desinformación circula libremente, amplificada por cuentas falsas, anonimato y algoritmos que privilegian el escándalo por sobre la evidencia, sin editores, ni códigos de ética, ni responsabilidad legal.

El caso de Donald Trump lo demuestra. Durante su campaña presidencial se comprobaron afirmaciones falsas difundidas desde sus propias cuentas. Tras incitar a la violencia en enero de 2021, sus perfiles fueron suspendidos por las principales plataformas digitales, en una medida sin precedentes. Aquello reveló hasta qué punto las redes pueden condicionar el debate público sin control, sin transparencia y sin consecuencias reales.

En este escenario los medios tradicionales siguen siendo un contrapeso indispensable. Son garantes de la democracia porque deben investigar, verificar, firmar lo que publican y corregir cuando se equivocan, en un rol observante y fiscalizador del poder público y privado. Por eso, a nadie ha de extrañarle que los regímenes autoritarios les silencien, Corea del Norte, Rusia y Venezuela son prueba de aquello: donde no hay prensa libre, tampoco hay democracia plena.

En sociedades con escasa formación ciudadana y nula educación digital, crece un analfabetismo mediático que facilita la propagación de noticias falsas, teorías conspirativas y montajes audiovisuales diseñados para manipular. Esto abre espacio a liderazgos sin preparación, impulsados por discursos virales que simplifican problemas complejos.

La defensa de la democracia exige más que el derecho a voto: exige criterio y ese criterio se forma. Organismos como el Parlamento Europeo, la UNESCO y la OCDE advierten que alfabetizar en medios y plataformas digitales es una urgencia global. Es tiempo de llevar este debate a las aulas y a las familias. Porque lo que está en juego no es solo la verdad, sino nuestra capacidad colectiva de decidir con libertad y sin engaños.